Era hora de retomar aquellas ideas enquistadas en el psique tiempo atrás, tenía ganas de desempolvar esa parte del cerebro ya famélica por no haberla alimentado en los últimos meses, era sin duda algo difícil lo que tenía en mente. Influenciado por una imagen que siempre me venía a la cabeza, una famosa ilustración de la obra maestra de Katsuhiro Otomo, Akira, en la que un orgulloso Kaneda está sentado en un trono improvisado, sobre un montón de chatarra inorgánica.

El concepto en el que pensaba era ligeramente distinto , una persona orgullosa de ese montón de mierda que ha generado, reflejo que todas esos objetos inservibles que una y mil veces nos endosan en el día a día, y como a su vez nos sentimos bien no solo al poseerlos, también al comprar cada uno de ellos.

La idea fue mutando  en algún momento tras cerrar con Cesar Romero (Yo wys-s), que sería él la persona que estuviera retratando, pusimos el concepto en común y apareció el “retrete” como símbolo de creación humana del desecho, como máquina de crear mierda y tirarla sin más.

Así pues, y tras tener claro el concepto, tocaba lo más difícil, el cómo, un objetivo en principio difícil te fija obstáculos que parecen insalvables, de donde voy a conseguir una montaña de escombros, chatarra o mierda?  Y montar una estructura? Había que ir a algo más simple si queríamos mantener la experiencia real, después de hacer trabajo de investigación sobre vertederos y desguaces de Madrid, vi unas fotos de una localización que se antojaba perfecta, el Desguace de los Hermanos López, allá fui con Cesar.

El desguace nos impresionó desde el primer momento, montañas de chatarra de unos diez o más metros de alto definían el llano paisaje de la carretera de Toledo, montañas artificiales de desechos a los que se llega por una pequeña carretera sin asfaltar.

El paisaje era imponente, pero más aun los dueños, sin saber muy bien como empezar, logro contarle la idea a Carlos, uno de los jefes, alrededor de sus 50, grande y recio aparece con su mono lleno de grasa, nos mira con unos ojos claros que se acentúan con el moreno de su piel teñida en aceite, nos ojea de soslayo, pensando si darnos permiso o no ante tal locura, finalmente acepta, nos da permiso para unas pocas horas a la semana siguiente.

Quedaba una semana para prepararlo todo…, y este fue el resultado:

Jorge